Los Sôhei fueron una casta de monjes guerreros que ejercieron una enorme influencia política y militar en el país. Divididos en cientos de sectas, enfrentadas o aliadas entre sí, su presencia en los campos de batalla fue constante desde las Guerras Gempei (siglo XII) hasta el final del periodo Sengoku (siglo XVI), defendiendo los intereses de uno u otro clan samurái, o los suyos propios.

Eran guerreros formidables, disciplinados y bien entrenados, movidos a menudo por la devoción religiosa, lo que los hacía aún más peligrosos.

De entre estos sacerdotes guerreros, los más misteriosos y temibles siempre fueron los yamabushi (“guerreros de la montaña” o “el que se oculta en la montaña”): eran fanáticos seguidores de la doctrina Shugendô, cuyas técnicas de lucha se movían entre el esoterismo y un entrenamiento físico casi inhumano.

Los yamabushi siempre han habitado el terreno de la leyenda y la superstición, atribuyéndoles poderes casi sobrenaturales.

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¿SABIAS QUE LOS ESTUDIANTES LIMPIAN SUS ESCUELAS Y DOJOS?

Deberíamos aprender de la disciplina y educación Japonesa. Se trata de una práctica de la que se sienten orgullosos.

En la escuela y dojos un alumno no sólo estudia las materias, también aprende a cuidar lo que es público y a ser un ciudadano más consciente.

El sistema educativo de Japón ante los ojos extranjeros puede parecer rígido o muy estricto, pero en realidad lo que intentan destacar es que la educación es considerada un asunto muy serio. Es una tradición que se tiene en las instituciones educativas, además que la obligación hace que los niños entiendan la importancia de limpiar lo que está sucio.
 
Esto no quiere decir que las escuelas de Japón no cuenten con personal encargado de limpieza; sí los hay y se les conoce como yomushuji

“Esto demuestra el nivel de organización del pueblo japonés; aprende desde pequeño a cuidar el patrimonio público que va a ser utilizado por las próximas generaciones” (Michie Afuso).

 

 

 

La traducción más aproximada para sensei es instructor, literalmente “nacido antes”.

Para ser sensei era ineludible tener mayor edad que el alumno, pues se daba por sentado que no es posible alcanzar mayor conocimiento que una persona que ha vivido más.

En las artes marciales tradicionales cobraba una especial relevancia en tiempos de guerra, pues la vida del samurái estaba marcadamente acentuada por la disciplina militar.

Sin embargo, fuera de ese ámbito, el valor del sensei no era tan encumbrado como la sociedad occidental entendió a finales del siglo pasado, cuando las artes marciales japonesas se extendieron por Europa y América. Fue entonces cuando se le rodeó de un halo de misticismo casi sobrenatural.

En realidad, existe la denominación de sensei para cualquier oficio y por ejemplo en Okinawa, donde aún se mantiene el sistema antiguo de enseñanza del Karatedo, el sensei solo desempeña su rol durante el entrenamiento, convirtiéndose en un miembro más de la comunidad cuando abandona el dojo.

ANCIANO JAPONES

Japón es el país del mundo que más venera y respeta a sus ancianos

Japón es el país que más respeto y veneración tiene por sus ancianos. De hecho cuenta con un día festivo, denominado Día del Respeto a los adultos mayores (Keirō No Hi). Ese día se pretende honrar a los ancianos japoneses y sensibilizar a la población, sobre todo a los más jóvenes, sobre la importancia de la experiencia de estas personas, que han servido a la sociedad durante muchos años.

Desde el año de 1966, esta festividad se venía celebrando el 15 de septiembre pero, desde el año 2003, se festeja el tercer lunes de septiembre.

Los japoneses muestran un gran respeto por sus mayores como constructores de la sociedad sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial.

Esa veneración no suele ser muy habitual en los países occidentales, mientras que para los japoneses el Keiro no Hi es una festividad muy importante en su cultura.

Se trata de un día cargado de significado y mensaje para las nuevas generaciones, a las que se les transmite la importancia del respeto a los adultos mayores, en vez del rechazo típico que sufre la tercera edad en las sociedades occidentales.