ADMIRACIÓN POR LOS NIÑOS JAPONESES

Los niños japoneses provocan admiración: por lo general, son muy bien educados, amables, amistosos y pocas veces pierden el control sobre sus sentimientos. Es muy poco probable que veas en Japón a un niño que haga rabietas en una tienda por un juguete (aunque claro que hay excepciones).

Los principios básicos de su crianza:

Cercanía madre e hijo
En Japón la madre y el hijo son muy cercanos. ”Nada de regaños, nada de rigurosidad; la presión sobre los niños se ejerce de forma tan suave que parece que se crían por su cuenta y que Japón es un paraíso infantil, donde ni siquiera existen frutos prohibidos“.
Los niños pueden contar plenamente con sus padres y su amor, y los ancianos, recibir lo mismo de sus hijos adultos.

Los investigadores dicen que la actitud positiva de los padres no solo reduce la cantidad de pataletas y peleas, sino también la frecuencia del trastorno por déficit de atención y la gravedad de los trastornos autistas.

“En Japón intentan no comparar a los niños el uno con el otro. El maestro nunca elogiará a los mejores ni regañará a los peores, no se queja con los padres del niño de que él dibuja mal o corre más lentamente que los demás. En Japón no se acostumbra destacar a alguien del grupo. La competencia no existe ni siquiera en los eventos deportivos.

La familia
los niños siempre están en contacto con sus abuelos y otros familiares. La relación entre las generaciones está llena de atención y cariño, y se acostumbra tomar en cuenta la opinión de los ancianos. La familia es el círculo cercano donde reina ”amae» y donde siempre te apoyarán y te cuidarán.

Ejemplo personal
la manera de aprendizaje y crianza japonesa se le dice ”sugestiva». Las madres pocas veces exigen algo de los niños directamente, insistiendo que lo hagan de inmediato. Actúan de forma más sutil, dándoles un ejemplo e insinuándoles a los niños qué es lo que deben hacer.

Los sentimientos
Para enseñarle a un niño a vivir en una sociedad colectiva, hay que enseñarles qué significa ver y respetar los sentimientos y los intereses ajenos.
Por eso las japonesas respetan mucho la sensibilidad de sus hijos. No los presionan, no los avergüenzan, sino más bien apelan a las emociones de los pequeños o incluso de los objetos no animados.
Pero el enfoque japonés se basa en la tranquilidad, paciencia y una actitud amorosa hacia los hijos.

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