APRENDER A APRENDER

Todo el mundo considera actualmente la importancia tan relevante del profesor, de la enseñanza canalizada. Debe ser que el que aprende es, quizá, un elemento más dentro del marco de la ense­ñanza y no un sujeto que protagoniza todo el ámbito del Conocimiento.

Nosotros reconocemos en el aprendiz, en el alumno o profesor (da igual), aquel sujeto capaz de internarse en la aventura del Conocimiento.

Bien es cierto que esa Aventura debe ser dirigida, pero dirigida por alguien capaz de dar respuestas o capaz de proponer situaciones que vayan de acuerdo al nivel evolutivo de quien quiere aprender.

También es cierto que tanto la persona que está al frente de un grupo o bien de sí mismo, como la persona que está iniciando la Aventura del Conocimiento, se ven beneficiados el uno del otro, formando un binomio, que viene caracterizado por la capacidad de cada uno de añadir a su experiencia la frescura que da el compartir y el aprender de cuanto nos rodea.

Combate Supremo, al igual que todo cuanto se puede transmitir, goza del privilegio del ejemplo, del buen o mal ejemplo y de unas canalizaciones de la energía que fluyen desde el terreno más denso al más sutil.

Por lo tanto, se hace necesario, que tanto el llamado profesor, como el llamado alumno sean capaces de descubrir la línea que les une y que aprendan a observar, a intuir, a recibir cuanto se les va a comunicar por parte del otro.

Debería abundar en el mundo de las actividades de combate portadores de un Conocimiento y Saber, a la vez que grandes transmisores de ese Conocimiento.

Puede que así sea y que nos encontremos junto a un gran pedagogo que sepa conciliar su Experiencia con la inquietud, que guía sin que su mano se vea protagonista y que conserve el anonimato frente a las evoluciones de quien recibe ese Conocimiento.

Nos daremos cuenta entonces que quien más aprende probablemente no sea quien consideramos alumno, sino quien calladamente ayuda al alumno.

No se trata de enseñar, sino de Evolucionar y mostrar, compartir las capacidades de todos para un fin común (con un objetivo común) Entonces, profesor y alumno serán partes de la misma cadena, formarán un binomio del proceso de aprendizaje que no concluirá nunca porque siempre se descubrirá que todos, absolutamente todos, estamos continuamente aprendiendo y en nuestro aprendizaje, lógicamente enseñamos. Más que enseñar, mostramos nuestra experiencia que será tanto más válida para el resto cuanto más sincera y accesible se manifieste.

Quien quiera enseñar que primero aprenda y no se preocupe por ser profesor, sino un aprendiz más.

Los altos grados normalmente representan símbolos de un conocimiento técnico, la gran mayoría, y de un cúmulo de experiencias desarrolladas durante largos años de sacrificio, soledad, lucha, cargados de sufrimiento y voluntad. La gran autoridad no está en los grados, sino en la humildad de quien no se hace notar.

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