DESCALZARSE EN JAPON

La costumbre tradicional de descalzarse en Japón para entrar en casa ha pasado de ser una curiosidad cultural a una idea con mucho sentido en tiempos de la Covid-19. Japón es mundialmente conocido por su extrema pulcritud y limpieza, por el especial cuidado que se pone en cada detalle a la hora de la organización diaria. Y esto es algo que explica, en parte el porqué de esta costumbre: para los japoneses, el suelo de la casa es donde se hacer vida, por lo que es de vital importancia protegerlo. En Japón es habitual sentarse en el suelo, tomar el té, comer, dormir, trabajar… Entra aquí en juego también la arquitectura japonesa, ya que los suelos tradicionales son de madera o tatami y algo de ello se conserva también en las construcciones modernas. Esto, unido a una serie de valores culturales muy enraizados en la sociedad japonesa de los que vamos a hablar a continuación, hacen que sea impensable entrar en casa con el calzado de la calle.

La historia del calzado y el suelo en Japón

Hasta hace apenas 140 años el calzado occidental era prácticamente desconocido en Japón, por lo que su relación con la sociedad japonesa no es demasiado longeva. En lugar de eso se utilizaban las sandalias de suela de madera (geta) o las de paja trenzada (zori y waraji). Antiguamente, además, las casas solían estar rodeadas de barro, por lo que en la entrada se disponía de una habitación en la que había que descalzarse y que hacía las veces de lugar de transición entre el exterior y el interior y que recibe el nombre de doma. El interior del hogar estaba a 40 centímetros de altura, lo que hacía que permaneciera protegido de la suciedad. La superficie era de madera.

Seguramente ya sabrás lo que es el suelo tradicional japonés de tatami: una estera de junco finamente trenzado y fijado al suelo. Tradicionalmente era una alfombra sobre la que se sentaba el dignatario, pero después se extendió su uso a las casas. Para cualquier japonés, la imagen de alguien pisando con calzado de la calle el tatami es una pesadilla. Tal y como cuenta Carlos Rubio en El Japón de Murakami: “Una de las imágenes más humillantes que conservan los pocos japoneses que quedan testigos de la Segunda Guerra Mundial es la de los soldados americanos pisando con sus botas la superficie de tatami de las casas japonesas”.

En la actualidad, el tatami sigue usándose en las casas modernas, pero se limita al salón y a veces a los dormitorios. También se mantiene el espíritu de esa estancia de transición con un espacio para dejar el calzado de la calle y ponerse unas zapatillas de estar por casa, que recibe el nombre de genkan. Con ellas se puede recorrer todo el espacio, salvo el tatami, en el que hay que pisar descalzo o con calcetines.

La belleza del pie desnudo

Hay otros valores culturales que se encuentran detrás de la costumbre de ir descalzo en el interior de las casas japonesas. Por una parte, ya hablábamos anteriormente de la importancia que tiene en este país la limpieza, la higiene, la pulcritud. Eso es algo que hace que sea especialmente relevante mantener el suelo libre de suciedad. Y, en realidad, tiene mucho sentido teniendo en cuenta que la costumbre es sentarse en el suelo, comer en el suelo, trabajar en el suelo y extender un futón para tener relaciones sexuales o dormir en el suelo.

Hay también un concepto japonés que explica esa imposibilidad de entrar con los zapatos de la calle al interior de una casa: la irreconciliable distinción entre fuera (soto) y dentro (uchi), dos mundos que deben mantenerse separados. Además, tradicionalmente, en el interior de las casas se veneraba a los ancestros, por lo que sería una falta de respeto no descalzarse.

Por último, hay una cuestión estética, y es que para la sociedad japonesa, el pie desnudo es un objeto bello que necesita de un suelo pulcro para realzarse.

Como ves, los motivos para dejar los zapatos en la entrada de la casa tienen bastante que ver con la historia y la cultura japonesa, pero sobre todo, con la limpieza y el carácter sagrado que le dan a esta. Es una idea sobre la que, al menos, reflexionar.

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