El Shodō (書道 «el camino de la escritura») es la caligrafía japonesa.
Se considera un arte y una disciplina muy difícil de perfeccionar y se enseña como una materia más a los niños japoneses durante su educación primaria.
Proviene de la caligrafía China, y se practica a la usanza milenaria, con un pincel, un tintero donde se prepara la tinta china, pisapapeles y un pliego de papel de arroz. Actualmente también es posible usar un fudepen, pincel portátil con depósito de tinta.
El shodō practica la escritura de caracteres japoneses hiragana y katakana, así como caracteres kanji derivados de la escritura china. Actualmente existen calígrafos maestros en este arte que son contratados para la redacción de documentos importantes.
Además de requerir una gran precisión y gracia por parte del calígrafo, cada carácter kanji debe ser escrito según un orden de trazo específico, lo que aumenta la disciplina requerida a quienes practican este arte.
Sensei Ueki Masaaki Comenzó el karate a la edad de dieciséis años, durante su tercer año de secundaria. A pesar de comenzar con el judo, se interesó posteriormente en el karate, debido a su énfasis en la velocidad. Se formó y se desarrolló a través de los grados, y después de graduarse de la Universidad de Asia se unió al programa de instructor JKA.
El Karate de Ueki pone un profundo énfasis en lo básico con unas posturas muy fuertes, dando importancia al kihon antes que a la kata. En su juventud despertó interés por la competición, ganando varios torneos de relevancia. Todavía hoy enseña en el Hombu Dojo, siendo un grado Dan noveno, que es el instructor de más alto rango de la Asociación Japonesa de Karate.
Sensei Abe keigo empezó en sus inicios practicando karate y judo, decantándose más tarde por el primero cuando conoció al S. Nakayama. Solía decir de él :
«Nakayama Sensei era muy serio. Nos entrenaba my duramente y siempre nos animaba a hacerlo como tal, pero nos recalcaba la idea de que debíamos estudiar lo que estábamos entrenando, su comprensión y evolucionar para ser buenos seres humanos».
La relación entre ambos maestros fue muy estrecha. Nakayama decía de Abe que los puntos fuertes eran su técnica backfist y su perfecto uso de la distancia, características que se reflejaban en su etapa como competidor. Fue un alumno aventajado capaz de beneficiarse de los valores técnicos y humanos de S. Nakayama, colaborando incluso ambos en la edición de varios libros.